Negocios, Barcelona, COVID: ¿y ahora, qué?
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Ya es primavera. Las hojas son verdes, la gente sale a todas horas y el viento ya no muerde como el látigo de una dominatrix con mala leche. ¿Hay mejor excusa para sacar la bici del trastero? La verdad es que en Barcelona, los meses entre mayo y octubre parecen dibujados para ir en bicicleta. Evitas el calor y la peste del metro, haces ejercicio sin tener que estar encerrado en un gimnasio y si nunca te has sacado el carnet de conducir (como es mi caso), te hace sentir un poco más adulto.
Además, aunque Barcelona todavía no es Munich, hay que reconocer que en los últimos años la infraestructura ha mejorado bastante. Vale que aún te juegas el cuello cada vez que cruzas Passeig de Sant Joan a la altura de Diagonal, pero en muchas zonas de la ciudad hay (por fin) cariles en condiciones, algo que dificulta mucho que los coches los confundan con un parking para ‘dos minutos con las lucecitas puestas’. Incluso es más seguro. En el 2014 el número de accidentes de bicicleta bajo un 10% frente al 2012, y el número de heridas graves bajo a 17.
Sin embargo, no todo va sobre ruedas. En los últimos años las empresas de bicitours se han multiplicado por la ciudad, y con ellos las quejas. Incluso el alcalde de Barcelona Xavier Trias señaló a los grupos exagerados de bicicletas como una de las cosas que quería mirar en su reciente charla con Paseodegracia.com (Que publicarémos en breve). Y si es innegable que ir en bici es mil veces preferible a coche o, Dios nos protege, un Segway, también es cierto que no hay nada más frustrante que estar atascado detrás de una hidra de color naranja cuando estás intentando subir la cuesta de la calle Girona y llegas tarde a una reunión.
Según Amics de la bici hay unas 15 empresas que ofrecen bicitours en la ciudad, cifra que su portavoz Albert Garcia reconoce ha ido “creciendo con el turismo”. A la vez niega que sean el problema más grande al que se enfrenta el ciclista. “Los bicitours no provocan problemas ni peligros, simplemente no están bien vistos por el conductor, que no respeta la bicicleta” dice. Y si las ‘manadas’ de turistas causan molestias, la regulación no es la respuesta. “Los usuarios de biketours saben conducir bicicletas, igual que saben conducir coches los que alquilan o los que conducen Go Cars a quien nadie les pide si son buenos o malos conductores.”
Uno de los operadores más grandes es también el más antiguo de la ciudad. “Empezamos hace 20 años” me cuenta Esther Boadas, directora de Barcelona Bike Tours. “Empezamos haciéndolo para gente de la ciudad, ya que en esa época nadie iba en bici.” Con los años la empresa se fue abriendo al turismo y ahora Esther calcula que un 80% de sus clientes provienen de este sector. “Los demás son empresas que quieren hacer algo con sus empleados, o familias que quieren explicar la ciudad a sus niños de otra forma”. Como alguien que beneficia directamente del negocio y también es presidenta de una asociación de operadores, me sorprende que Esther no esté en contra de la regularización. “Sinceramente esto tiene que regularse” me cuenta, “Ahora hay tiendas en cada esquina, y debería ir por zonas, para repartirlas por la ciudad.”
En cuanto a las quejas, reconoce que ‘algunos operadores’ no comunican ni observan las normas. “A veces puedes intentar hablar con el guía, y te contesta en inglés – no habla español” dice. Y también se muestra poco paciente con los operadores que “paran en mitad del carril bici para explicar cosas. Nosotros siempre intentamos para en una plaza, o en algún lugar donde no molestemos.”
Como Presidenta de la asociación de Operadores de BikeTours de Barcelona (orginaziación que agrupa 10 empresas de bicitour), Esther tiene un gran interés en que no haya conflictos con el publico. Entre sus socios, intenta calcar un conocimiento de las quejas que pueden salir, y aconsejarlos como mejor actuar. “Hace poco me escribió una ciclista que tenia la misma preocupación. Lo circulé por toda la asociación para que lo leyesen” apunta.
Si estas medidas de auto-regularización todavía te suenan a poco, Esther tiene otra manera de ver el asunto que convence un poco más (por lo menos me ha convencido a mi). “Como empresa pionera en esto, estoy orgullosa de haber impulsado el uso de la bici en la ciudad. Todo esto es positivo” dice en alusión a las nuevas carriles bicis, que ve como fruto de la demanda. En cuanto al turismo “Es un poco el pez que muerda la cola” reconoce “pero como ciclista pienso, si hay más bicis esto tiene que ser bueno.”
Quizás Esther tiene la razón. Con las bicis, como en todo en esta ciudad, tanto depende del turismo que ir en su contra no tiene sentido. Mientras es fácil rajar contra los ‘guiris guiados’ hay que enfrentarse a la realidad que sin la demanda, y los ingresos del turismo muchas de las reformas no se hubieran sucedido en primera lugar. “Hay que convivir con esto” dice Esther. “Pero con respeto por ambos lados. Espera hasta el próximo semáforo y adelantarlos allí.” ¿Y si chocas con un grupo de 15 turistas parados en el carril bici mirando el móvil? “Dile cuatro cosas al guía”, dice.
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La esencia de la ciudad se pierde con cada una de estas noticias, y alguien ha de hacer algo ya.
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