Domenech i Montaner y la Casa Lleó Morera

La casa Lleó Morera de Lluís Domènech i Montaner, la Amatller, de Puig i Cadafalch, y la Batlló, de Gaudí, conforman la Manzana de la Discordia. En una misma manzana se sitúan tres casas de los más grandes arquitectos modernistas de Barcelona. Se dice que, como hizo en la mitología Paris con tres diosas, hemos de elegir el edificio más hermoso. Cuesta decidirse. Los argumentos para decantarse por la casa Lleó Morera son contundentes. La concepción del edificio como una obra total en la que se combinan con armonía y elegancia las artes aplicadas tanto en el exterior como en el interior, la hace única. Ha dicho el maestro Lluís Permanyer que es «un Palau de la Música Catalana a escala reducida». En su día, de las tres sólo la casa Lleó Morera se llevó el premio del Concurso anual de edificios artísticos otorgado por el Ayuntamiento de Barcelona (1906). Domènech i Montaner lo ganó otras dos veces por el Palau de la Música Catalana (1909) y, uno extraordinario, por l’Hospital de Sant Pau (1913).

EL ARQUITECTO Y SUS OBRAS

Viendo lo que hizo Lluis Domènech i Montaner en su vida uno se pregunta ¿de dónde sacaba el tiempo este hombre? Vivió 73 años, entre 1850 y 1923, y los vivió intensamente. Veamos:

Uno. Aprendió, ejerció y enseñó arquitectura. A los 23 años se licencia en arquitectura, viaja por Europa y se establece como arquitecto. Hace edificios, muchos y buenos. En Barcelona tenemos la Editorial Montaner i Simon (1881-1885), el Hotel Internacional (1888) y el café-restaurante de la Exposición Universal o Castell dels Tres Dragons (1887-1888), el palau Ramón Montaner (1891-1896), la casa Thomas (1895-1898), la Lleó Morera (1902-1905), la Fonda Espanya (1902), la reforma de la Casa de l’Ardiaca (1902), la Casa Lamadrid (1902), el Hospital de Sant Pau (1902-1913), el Palau de la Música Catalana (1905-1908) y la Casa Fuster (1908-1910). Además dejó abundante obra en Canet de Mar, Reus o Comillas en Cantabria y trabajos en Olot, Palma, Badalona o l’Espluga de Francolí.  Y no sólo construye, también enseña, será profesor y director de l’Escola d’Arquitectura, alumnos suyos fueron Gaudí, Puig i Cadafalch, Raspall, Falguera o Jujol.

Dos. Sabía de libros, los imprimió y escribió. Hijo de un impresor, fue un experto en tipografía, encuadernación e ilustración de libros. De joven, fue un inquieto excursionista, miembro del Centre Excursionista de Catalunya va al Pirineo a estudiar el arte románico del que publicaría estudios. Especialmente en los últimos años de vida escribió sobre sus pasiones: el arte románico y la heráldica. Publicó obras destacadas sobre el mausoleo de Centcelles o Poblet.

Tres. Además de libros, publicó artículos  en “La Renaixença”, donde en 1878 con En busca d’una arquitectura Nacional pone las bases de lo que ha de ser la arquitectura del modernismo, en “La Veu de Catalunya” y separado de la Lliga Regionalista, funda la revista “El Poble Català” (1904). Fue un activista cultural de su época, tres veces presidente de l’Ateneu Barcelonés (1898, 1911, 1913), mantenidor (1881) y presidente (1895) dels Jocs Florals , miembro de la Reial Acadèmia Catalana de Belles Arts de Sant Jordi (1901) y de l’Acadèmia de Bones Lletres (1921).

Cuatro. Se dedicó a la política, comprometido desde joven con el catalanismo político, participó en la fundación de la Lliga Regionalista con la que fue elegido diputado, en 1901, a Cortes y de nuevo en 1903. A partir de sus desavenencias con Cambó, a partir de 1904, se distancia de la política para centrarse en la investigación arqueológica y la historia.

Cinco. Y todo esto siendo un respetable padre de familia, se casó con Maria Roura Carnestoldes, de Canet de Mar como su madre y tuvo 8 hijos.

Morirá, tras una larga enfermedad en 1923.

LA PROPIEDAD DE LA FAMILIA LLEÓ MORERA

Nos trasladamos al número 35 de Passeig de Gràcia, esquina con Consell de Cent. Allí existía una casa sencilla casa levantada en 1864 por el maestro de obras Joaquim Sitjas para la familia Mombrú. Se trata de un edificio sencillo de planta baja y tres pisos, el primero generalmente destinado al propietario, de ahí que se denomine principal, los dos superiores, de alquiler. La casa ocupaba el chaflán y tenía una casa gemela justo al lado.

En 1894 la casa cambia de propietario y será adquirida por Antoni Morera i Busó, quien al morir, viudo y sin descendencia, la deja a su sobrina Francesca Morera i Ortiz. Francesca era hija de Joan Morera, originario de Sant Feliu de Guíxols y dedicado al comercio mercante con Sudamérica en sociedad con su padre y sus dos hermanos, y de la portorriqueña Baldomera Ortiz. Francesca estaba separada de Albert Lleó y vivía con su hijo Albert. En 1902, Francesca encarga al arquitecto Lluís Domènech i Montaner la reforma de la casa que ha heredado. Ese mismo año Domènech había intervenido en las reformas de la Fonda Espanya y la Casa de l’Ardiaca pero aquí la reforma ha de ser integral. Ha de remodelar los interiores, levantar un nuevo piso y, sobre todo, derribar y construir una nueva fachada, con tribunas y balcones de piedra. Pero Francesca muere en diciembre de 1904, antes terminarse la reforma, y es su hijo, Albert Lleó i Morera, el que sigue con la termina y da nombre a la casa. Albert Lleó se licenció en medicina y fue director del laboratorio de análisis del Hospital de Sant Pau y patentó motores de explosión, con un ingeniero. Se casó con Olinta de Puiguriguer y tuvo dos hijos: Francesca y Albert. La familia Lleó i Morera, creadora de la casa, aparece inmortalizada en la fachada, se asoman al balcón que se abre sobre la galería circular que cubre el principal. El tío Antoni, Francesca la sobrina heredera, su hijo Albert y la esposa de éste Olinta. La casa se mantiene en manos de la familia hasta 1943, lo que permitirá su buen estado de conservación.

UN EQUIPO DE ENSUEÑO

Y nombres en la casa hay muchos más, además del arquitecto, los de los artistas y los artesanos que formaban equipo con Domènech que contó con un equipo de ensueño y se nota en el resultado, se habla un equipo de unas cuarenta personas, algunos de los más grandes artesanos del modernismo. Entre ellos:

- El ebanista Gaspar Homar, que hizo las veces de decorador y, después del arquitecto, es el culpable del resultado y fue el autor del mobiliario con trabajo de marquetería de Josep Pey.

- El escultor Eusebi Arnau, que trabajó en la fachada y el interior; en la fachada destacaban unas figuras femeninas abrazadas a una vasija y que fueron destruidas en una reforma de los bajos en 1943 para adaptarlos como tienda, y en el interior esculpió los relieves del recibidor del piso principal que representan “La dida del nen-rei”,

- El escultor Alfons Juyol que trabajó en la escultura decorativa de la fachada, el templete y el interior,

- El mosaicista italiano afincado en Barcelona Mario Maragliano, que se centró en los suelos,  los mosaicos del comedor principal y la decoración del templete,

- El mosaicista y escenógrafo Lluís Brú que realizó las cerámicas y mosaicos de la escalera y el vestíbulo del piso principal,

- El pintor y ceramista Antoni Serra que realizó los arrambadores y los mosaicos del comedor con escenas de campo,

- El pintor y cristalero Antoni Rigalt que realizó los vitrales de puertas y ventanas, espectacular en la parte galería posterior,

- El escultor y tallista Joan Carreras que realizó la talla de la Adoración de los Reyes de la campana de la chimenea del salón.

La obra finalizó el 10 de marzo de 1905.

POR FUERA: UNA ESPECTACULAR FACHADA

A pesar de su asimetría, debida a que el edificio ocupa la mitad de uno de los chaflanes, Domènech i Montaner consigue una fachada armoniosa situando en el piso principal, justo en el eje, una galería circular, y que se prolonga en la torre del coronamiento, y dando un tratamiento singular a ventanas y balcones que son más amplias en la parte baja y más estrechas en las superiores, creando una forma piramidal que potencia el eje central.

De la decoración destaca la representación del apellido del propietario: hojas y las flores de morera y leones.

Deliciosa es la representación de los grandes inventos del siglo XX, la modernidad está representada por cuatro damas asomadas al balcón que se abre sobre el piso principal y que sostienen: a un lado, el fonógrafo y la bombilla, el teléfono y la cámara fotográfica al otro.

Para darle más empaque a la fachada, cual cereza a un pastel, se corona el edificio con un templete. El conjunto excedía nueve metros la altura máxima permitida por el Ayuntamiento tuvo que pedirse un permiso especial.

POR DENTRO: EL ESTALLIDO DEL MODERNISMO

Desde enero del 2014 se puede ver algo más que la fachada, acompañados de una guía (reservas por internet) podemos pasearnos por el edificio y descubrir unos encantos reservados en su día los propietarios y sus invitados. Entenderemos como era la vida en una casa burguesa de l’Eixample.

Pasada la puerta, ya desde el vestíbulo y la escalera, nos espera uno de los conjuntos modernistas mejor conservados de la ciudad. La vista no descansa ni un momento, pasa de la madera, al mármol,  del mosaico y la cerámica a la escultura, del esgrafiado a los vitrales…  todos ellos aparecen combinados en cada uno de los espacios de una manera elegante, con mucho gusto. Del suelo al techo la casa Lleó Morera no deja de sorprender.

De entre los espacios del conjunto destacaría el vestíbulo del primer piso con los relieves del genial Eusebi Arnau representando la canción popular «La dida del infant rei» según la cual una nodriza consigue recuperar un bebé perdido con ayuda de la virgen. Es una clara alusión a la familia propietaria que perdió a su segundo hijo.

Maravillosos son los delicados vitrales de Antoni Rigalt que cierran la casa y se aprecian desde el patio interior.

Sólo podemos encontrar un pequeño inconveniente y es que la casa se nos presenta vacía, sin mobiliario, pero no hay problema, para completar la visita hay que ir al MNAC, donde se conservan los muebles diseñados por Gaspar Homar con las marqueterías de Josep Pey.

Para conocer más del arquitecto podemos realizar un breve recorrido desde la casa Lleó Morera por Passeig de Gràcia y sus aledaños. En total tenemos cinco obras que de Domènech i Montaner. Después de visitar la casa Lleó Morera nos queda cerca, en Aragó número 255, la editorial Montaner i Simon, hoy sede de la Fundació Tàpies, inconfundible por su Núvol i Cadira en la azotea. Subiendo Passeig de Gràcia, giramos por Mallorca y nos encontramos el Palau Ramon Montaner, número 278, sede de la delegación del Gobierno, y la Casa Thomas, número 293. De vuelta en el Passeig de Gràcia, en la parte más alta, pasada la Diagonal, la Casa Fuster, hoy hotel.