El Kanye West de las cervezas artesanales

El sábado pasado, después de haber pasado por una tormenta de lluvia de proporciones épicas, me encontré en una sala de madera enorme, rodeado de hombres barbudos bebiendo cerveza artesanal. Aunque no lo parezca, no había pasado por un agujero en el tiempo. Estuve en la cuarta edición del Barcelona Beer Festival, que reunía a más de 300 proveedores de cerveza de todo el mundo, para un público lo suficientemente entregado como para hacer cola bajo la lluvia para entrar.

A mi me gusta la cerveza igual que a cualquier otro, pero aunque sí que tomé unas cuantas cañas (para calentarme, claro), estuve allí con otro motivo. Se había anunciado la asistencia de Garrett Oliver, el jefe de producto de Brooklyn Breweries, y quería conocerle en persona. Lo admito, ser fan de un cervecero no es muy normal, pero Oliver no es un cervecero cualquiera. Es, en gran parte gracias a él y su marca, que la cerveza artesanal ha dejado de ser algo que sólo bebían los viejos, a algo que se encuentra en los bares más modernos del mundo.

Nacido en Nueva York, Oliver pasó su adolescencia como promotor musical, organizando bolos para REM y los Ramones (entre otros que no empezaban con la ‘R’ me imagino). Después de un año en Londres programando grupos como The Cocteau Twins, emprendió un viaje por Europa, donde se empezó a interesar por las cervezas locales, y las técnicas de elaboración desconocidas en los EEUU. “En los años 20 y 30, Nueva York tenía la mejor cultura de comida y bebida del mundo” dice. “Luego, después de la prohibición llegó la era de masificación… se dieron cuenta que la gente comería cualquier mierda si lo vendías bien. Por eso estamos acostumbrado a cerveza que no es cerveza, y queso que no es queso. ¡Ni siquiera les dejan llamarlo queso!” Cambiar este panorama y recuperar la cultura perdida fue uno de los motivos por los cuales unió al equipo de Brooklyn Breweries a principios de las 90. Pero nadie imaginó que llegarían tan lejos.

“Al principio costó mucho entrar en los bares. Llamaban y quizá te pedían un barril. Ahora, y es algo muy reciente, la gente dice que si enseguida”. Oliver se demuestra orgulloso del éxito de la marca, pero huye de las comparaciones con las grandes marcas de cerveza con las que quieren competir. “Si miras el mercado, el porcentaje de cerveza artesanal sigue siendo muy bajo”.

Pero la ambición de Garrett Oliver se extiende más lejos de abrir mercado entre los consumidores de cerveza habitual. El enemigo para él no son solo los grandes cerveceros sino la industria del vino, y su monopolio en las mesas de los restaurantes. “El vino no es más sofisticado que la cerveza”, declara. “Nos lo venden así, pero no lo es.” Para subrayar el punto, mientras hablamos va sacando algunas de las cervezas experimentales que ha estado elaborando. “Estas no son para el publico general. Por eso les llamamos ‘Ghost Bottles’“. La primera que bebemos esta madurado en barriles de vino tinto junto a arándanos. El resultado no tiene nada que ver con la cerveza de cada día – el cuerpo y las notas que asociarías con el vino están presentes, pero es refrescante en vez de empalagoso. Por tanto no es difícil imaginarla en la mesa en una restaurante de estrella Michelin (algo que está empezando a pasar, Noma siendo una referente en esto).

Sobre todo, lo que Garrett defienda es la variedad. “Si alguien te pregunta que tipo de música te gusta y dices ‘el pop’ eres gilipollas. Depende de tu estado de ánimo, y pasa lo mismo con la cerveza. Algunas son como el Jazz, para escuchar con cascos. Otras para escuchar de fondo. Todo depende en como te sientas”.

Mientras él va abriendo botellas y nos vamos bebiendo la cerveza, la conversación se abre a otros terrenos; Los problemas de morir de éxito, sus amigos en LCD soundsystem, o cuántas cervezas puedes llevar encima antes de que tu novia te deja de hablar. Pero volvemos al tema. Su pasión por la cerveza y su creencia de que la cerveza artesana ha llegado para quedarse. “Te cuento un secreto” dice, “yo soy del futuro. Ya lo he visto en todos los mercados. No hay marcha atrás. He visto el futuro, y parece a Portland Oregon“.