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La ópera de la risa y la fantasía: ‘La flauta mágica’ llega al Liceu

Este mes de julio, La flauta mágica vuelve al Gran Teatre del Liceu, una oportunidad magnífica para sacarle el máximo partido a la experiencia.

Categoría: Cultura | 15 julio, 2016
Redacción: Javier Blánquez

Siempre se ha dicho que La flauta mágica es una ópera ideal para que la vean y la escuchen los niños. De hecho, es un gran tópico, manoseado y repetido mil veces, pero eso no significa que no haya gran parte de verdad en esa afirmación. La partitura que escribió Mozart es una delicia repleta de melodías pegadizas que no exigen apenas ningún esfuerzo y se adhieren inmediatamente a la memoria, y el argumento es el mismo que el de cualquier cuento de hadas tradicional: hay un príncipe valiente, una princesa en apuros, varios personajes cómicos singulares, una mala malísima que además es una histérica propia de una película de Almodóvar, y un hombre mayor sabio. Al juntar todos estos ingredientes en la misma receta –un argumento aventurero y una música sublime, compuesta en el año de gracia, y también año fatal, de 1791, el de la muerte de Mozart–, lo que surgió, pues, fue una obra maestra que no entiende de edades, porque su terreno de acción es el de la fantasía.

Que La flauta mágica sea una ópera fantástica no es ninguna rara anomalía. El género operístico, en realidad, ya nació alrededor del año 1600 como un vehículo para contar de manera diferente –con el acompañamiento de música, y cantando– las viejas historias sobre los héroes y los dioses. La primera ópera de importancia, el Orfeo de Claudio Monteverdi (1608), se basa en una de las primeras historias fantásticas de la humanidad: la del descenso a los infiernos para traer de vuelta al mundo a una mujer muerta, y a lo largo de los siglos los teatros de toda Europa se llenaron de divinidades y otros personajes de la mitología. Pero a finales del siglo XVIII comenzaba a tomar forma un futuro más realista, tanto inspirado en la historia como en la literatura moderna y los enredos de la naturaleza humana, y en esa nueva ópera los dioses dejaron de tener su lugar garantizado. Sin embargo, sí había lugar para la imaginación, para lo increíble, para lo puramente fantástico, y ahí fue donde La flauta mágica encontró un nicho particular, con su Reina de la Noche, sus bestias del bosque, su espantoso templo dedicado a la sabiduría y ese extraño hombre-pájaro llamado Papageno.

La historia de La flauta mágica la escribió el libretista y empresario teatral Emanuel Schikaneder, amigo personal de Mozart, compañero masón, y también hábil cantante –él fue el primer Papageno, razón por la que el personaje está escrito para la voz de baritono–. En realidad, no era una historia suya, sino una adaptación de La vida de Sethos (1731), una novela francesa hoy ya olvidada, escrita por el religioso Jean Terrasson, ambientada en el antiguo Egipto, y que trataba sobre la iniciación de un joven príncipe oriental en los misterios de la diosa Isis. Para Schikaneder era importante que la ópera pudiera entenderse en clave, y que además del trasfondo feérico también pudieran saltar a la vista las conexiones con el ideario iluminista de la francmasonería. Los masones nunca han sido esa secta de conspiradores que intentan alcanzar el poder mundial y mueven los hilos del mundo desde las sombras, como siempre les han dibujado las teorías de la conspiración, sino una agrupación de amantes del saber y el progreso cuya máxima aspiración era, precisamente, abandonar la oscuridad para que la humanidad entrara en un periodo de luz y sabiduría, y por eso La flauta mágica trata sobre una lucha feroz entre la noche y el día, entre la Reina, que simboliza el mal, y Sarastro, que simboliza el bien.

Pero hay otra fuente literaria utilizada por Schikaneder: el cuento Lulu oder die Zauberflöte, de August Jacob Liebeskind, que apareció originalmente en una recopilación de historias orientales de la época –el siglo XVIII es rico en relatos exóticos, en viajes al Oriente, así que esta ópera no deja de ser un feliz síntoma de su época–. Y aunque el trasfondo masónico de La flauta mágica es áspero e incomprensible a menos que se sea un hermano de la fraternidad o se haya leído con detenimiento El código DaVinci (es broma), el argumento original de Liebeskind es el típico de una historia de amor, embrollos y aventuras. La historia se sitúa en un reino lejano e inidentificado, hay peligros y superpoderes, y todo lo que ocurre es, por tanto, increíble: la ópera empieza con el héroe, el príncipe Tamino, perseguido por una serpiente gigante, derrotada por tres damas mágicas al servicio de una ambigua Reina de la Noche en lucha permanente contra Sarastro, un sabio solar que tiene retenida a su hija, Pamina. Así que, técnicamente, La flauta mágica es un cuento de hadas, y por eso es fácil que conecte con ella el público joven. Hay otros argumentos de las óperas más famosas que resultan de entrada menos atractivos –por ejemplo, una prostituta tuberculosa que nunca ha conocido el amor se está muriendo en París–, pero el de Mozart y Schikaneder, salvando la distancia de dos siglos, tiene muchos puntos de conexión con una saga de J.K. Rowling, o con una epopeya de Tolkien, e incluso con los guiones de la factoría Marvel. Lo mejor del género fantástico es que, aunque pase el tiempo, se basa en arquetipos universales y siempre activa los mismos resortes de la imaginación, sin que las barreras de edad o entorno cultural puedan hacer nada por retenerla.

papagenoypamina La ópera de la risa y la fantasía: ‘La flauta mágica’ llega al Liceu

Este mes de julio, La flauta mágica vuelve al Gran Teatre del Liceu en la misma producción que el pasado mes de enero ya había triunfado en el Teatro Real de Madrid, y se trata de una oportunidad magnífica para sacarle el máximo partido a la experiencia, tanto si ya se conoce sobradamente la ópera de Mozart como si se desea entrar en sus secretos por primera vez. El montaje que se podrá ver en el Liceu es de todo menos tradicional. La manera habitual de llevar La flauta mágica a un teatro de ópera es con decorados grandes que representan bosques o grandes salas de una fortaleza, espacios abiertos y con iluminación alterna que simbolizan el contraste entre la oscuridad de la Reina de la Noche y el sol que simboliza Sarastro, y el paso de la superstición, el miedo y la ignorancia a la valentía, la luz y la razón. En cambio, esta producción del grupo de teatro inglés 1927, dirigida por Suzanne Andrade y Barrie Kosky, quiere representar La flauta mágica como si fuera un cómic, gracias a un audaz diseño multimedia. La sensación desde la butaca será la de que estamos más cerca de un formato propio del Sónar que no del Liceu.

reinadelanit La ópera de la risa y la fantasía: ‘La flauta mágica’ llega al Liceu

Inicialmente estrenado en la Komische Oper de Berlín en 2012, la producción de 1927 ha ido girando por todo el mundo, encontrando un hogar en diferentes teatros en varios continentes. A Barcelona llega este próximo lunes, 18 de junio, y se mantendrá en cartel hasta el día 28 –aunque ésta será sólo la primera tanda de dos, ya que esta Flauta mágica regresará de nuevo en septiembre, del 12 al 17, para inaugurar de manera oficiosa la próxima temporada del teatro–, y nuestra intuición es que cosechará el mismo éxito que ha recabado en otras ciudades a lo largo de estos últimos cuatro años. Los cantantes apenas se mueven en el escenario, porque lo que está continuamente en movimiento es el fondo: Tamino, Pamina, Papageno, la Reina de la Noche, son sólo siluetas dispuestas a contraluz sobre fotogramas animados que van explicando toda la historia durante más de dos horas de frenética sincronización de vídeo. Cada frase musical, cada línea de canto, va acompañada de una ilustración, de luz en movimiento, de bromas y buen humor. Lo que han pensado los responsables de 1927 es que, si en el siglo XVIII el principal vehículo para el pensamiento fantástico y la imaginación era el cuento, en el siglo XX lo fueron el cine y el cómic, y por eso les pareció que tenía sentido adaptar La flauta mágica como si fuera una película muda en blanco y negro de los años 20, o como una tira cómica en una revista popular. La misma historia, nada va a cambiar, pero con un formato nuevo que hace aflorar el gran poder de La flauta mágica: su capacidad infalible para despertar nuestra imaginación, tanto da si somos niños, adultos o incluso animales de compañía.

Categoría: Cultura | 15 julio, 2016
Redacción: Javier Blánquez
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