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BarZooLona #1: Luchando contra leones

Puede que la crisis haya acabado con nuestro futuro, pero no con nuestras fuerzas.

Categoría: Cultura | 10 diciembre, 2014
Redacción: Iván Morales

Como co-fundador de la compañía de teatro Prisa Mata, y el guionista y dramaturgo responsable de películas como El Truco del Manco obras como Jo Mai, y Sé de un Lugar, no se nos ocurre mejor persona para relatar los absurdeces de la vida cotidiana de los que viven en Barcelona. Esta es la primera entrega de un serie de artículos donde mostrara su visión particular de la ciudad. Bienvenidos a BarZOOlona.

 

Reconocía en una entrevista que escuché el otro día el cantante de Red Hot Chili Peppers, Anthony Kiedis, que el aislamiento de su confortable vida actual de rock star le dificultaba conservar aquella chispa que le salía de los dedos de manera natural al componer cuando aún era un músico joven y pobre. Decía, o al menos así me pareció entenderlo, que la supervivencia viene acompañada de un hambre que te hace estar conectado de raíz a lo que sucede a tu alrededor, mientras que ahora que su vida era la de un millonario acomodado reconocía que tenía que esforzarse para salir de su burbuja y hacer canciones que verdaderamente respondiesen al aquí y ahora. “Give it away, give it away now” cantaba el tío cuando mis colegas y yo, adolescentes, saltábamos sudados en la atestada pista de baile del Plataforma. Y por lo visto lo decía en serio, ahora entiendo que literalmente estaba pidiendo a gritos que los de arriba soltaran la panoja, que le dejaran hacerse un sitio, que las churris que le gustaban al fin se le entregasen y que el mundo en general se dejase de tantas hostias y le abriera los brazos de una vez. Lo típico que pides cuando tienes veinte años y estás buscándote la vida.

Miremos el lado bueno de este timo de la estampita al que llamamos “crisis”: Muchos de mis amigos, y el que esto escribe incluído, empezamos a estar más cerca de los cuarenta que de los treinta pero aún tenemos que salir a la calle cada mañana con determinación guerrera a hacernos nuestro lugar, no sabemos de qué vamos a vivir el mes que viene y a la hora de meternos la mano en el bolsillo para hacer un pequeño gasto cotidiano nos regalamos unos segundos de sumas y restas. No hemos podido desactivar el chip de buscavidas, aunque hubiésemos querido. Eso no quiere decir que muchas veces, demasiadas, no veamos el mundo bajo el prisma de los burgueses que en el fondo nunca hemos sido y probablemente jamás lleguemos a ser. Nos hemos educado en un mundo que nos ha vendido la moto de pertenecer a una clase privilegiada, hemos crecido en la cultura del pelotazo como religión ibérica mayoritaria y la idea de que nos merecíamos, por encima de los demás, un triunfo fulgurante por nuestra cara bonita se ha hecho un adosado tipo Marina d’Or Ciudad de Vacaciones en nuestra cabeza. El otro día me encontré con una vieja colega, directora de teatro también: “Estoy harta de esta ciudad”, me decía, “Está tan jodida la cosa que cada día me planteo más seriamente tirar la toalla.” Luego me aclaraba que había logrado ahorrar lo suficiente como para estarse tres años sin trabajar. Wow. Entendí que ella tuviera tiempo para quejarse. Por lo que respecta a los que seguimos en la trinchera, mientras silban las balas no hay lugar para la conmiseración.

La buena noticia es que no hay manera de anquilosarse en el confort. Más madera que es la guerra. Me encanta esta sensación de alerta que no puedo desactivar en mí, me obliga a mirar verdaderamente a mi alrededor y empaparme de todo lo que me rodea. Pero sobre todo, por narices, me hace colaborar con los demás y abandonar ese credo individualista noventero que tanto daño nos ha hecho. Así que, ya puestos a condenarnos a la precariedad que sea empoderándonos con la máxima libertad posible, y eso se consigue haciendo piña con los que inevitablemente son tus hermanos y hermanas de lucha. Qué hostias, que la ideología no viene dada, que se crea con las circunstancias. Así que, ahora más que nunca, no hay escapatoria a la hora de desarrollar nuestra conciencia social y preguntarnos quién coño nos rodea, porque nos toca ponernos de acuerdo con nuestros vecinos para tirar p’alante. Haga sol o frío ahí fuera, es la hora de salir de nuestra madriguera y abrir los ojos. Dice un proverbio chino o un estado de FaceBook, ahora no recuerdo: “Tendrás la desgracia de vivir tiempos interesantes” Joder, otra cosa no, pero este tiempo, este lugar, y sobre todo las personas que lo habitan son profundamente interesantes.

Aquí estamos, en una ciudad que no sabe de qué manera reinventarse, una masa enorme de personas, cada uno de nuestro padre y de nuestra madre, animales luchando por alimento y por un lugar cálido donde dormir; pero, contradiciendo a Damián Szifron y sus descarnados “Relatos salvajes” no tenemos porqué ser tan violentos y, menos aún, tan estúpidos. Por cobardía, por bondad o puramente por la inteligencia de la supervivencia buscamos otros mecanismos, más creativos, para salir de las jaulas que nos atrapan. Never been a better time, than right now.

Pasen y vean. Mi casa es su casa. Aquí tendremos los ojos bien abiertos para conocer a la fauna autóctona.

Bienvenidos a BarZooLona.

 

Fotografía: Ramon Serra / La Vanguardia

Categoría: Cultura | 10 diciembre, 2014
Redacción: Iván Morales
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